jueves, 28 de octubre de 2010

Aquellos pilares....

Estos pilares los recordaré por las lluvias del primer fin de semana y el horrible frío y cierzo del segundo. En estos 28 años he llegado a la conclusión de que en Zaragoza el invierno comienza el día del Pilar, no antes ni después.

El primer fin de semana se fue sin nada especial que recordar. Para mi las fiestas comenzaban con el festival Interpeñas Metal, en el que participaban Angelus Apatrida, Koma, Obus, Barón Rojo y Warcry. De todos ellos el que mas ganas tenía de ver era el último de ellos, pero el autocontrol me falló un poco, y quedaron sensaciones, y pruebas físicas de haber disfrutado como nunca del concierto, pero practicamente ningún recuerdo. Con esto me pregunto que es lo verdaderamente importante, ¿las sensaciones o los recuerdos? sé que disfruté, lo sé, así lo siento y lo atestiguan las fotos que quedaron en mi cámara y las terribles agujetas que me quedaron en cuadriceps y gemelos durante días, pero no soy capaz de recordar mas de dos canciones de aquel concierto.

Me gustaría culpar a los organizadores del concierto que hicieron que se retrasara hasta mas allá de las dos, pero asumiré la culpa e intentaré aprender para la próxima vez, que se queda un regustillo muy amargo cuando sucede algo así.

El resto de grupos, bien. Supongo. Angelus apatrida y Koma demasiado gritones para mi gusto, y Obus y Barón rojo, unos clásicos. A Obus de hecho no sé si era la segunda o tercera vez que los veía este mismo año.

El siguiente concierto al que acudí fue el de Celtas Cortos. Este se celebró en el paseo Independencia, y por supuesto era gratuito, lo que hizo que el público fuera bastante variado, algo que puede ser tan positivo como negativo, ya que la mayoría de la gente ni conocía las canciones (muchos debido a la edad), ni estaban demasiado animados. A pesar de ello y de que era la tercera vez que los veia en directo me gustaron mucho, incluido el homenaje a Labordeta con el que cerraron el concierto.


En la siguiente jornada de conciertos en Interpeñas actuaban El capitán canalla, Los Gandules, Tako y Dios salve a la reina. Procuré ir lo suficientemente tarde como para no tener que tragarme a los dos primeros, pero aun así tuve que soportar la música de los Gandules, que lo siento por sus seguidores pero me parecen inaguantables. Tako, de nuevo bien, y Dios salve a la Reina (un grupo argentino de tributo a Queen) mas flojos que hace un año, pero en líneas generales bieb, como de costumbre. La verdad es que este día no había nada nuevo a la vista, pero me sorprendió un tercer grupo que actuaba de manera secundaria en otro escenario llamados El silencio de los héroes, un grupo de Ejea de los Caballeros que versionaba, como es fácil de deducir, a los Héroes del Silencio y que debo decir que me encantaron. La única pena fue que debido al retraso por culpa de los Gandules (razón de mas para tenerles manía) nos perdimos medio concierto.


Ya para rematar el último día de fiestas acudimos a un concierto callejero del grupo zaragozano Iron Maños, un grupo que versionea canciones de Iron Maiden y que a pesar de no llevar ni un año desde su creación, se están haciendo bastante conocidos en esta ciudad.


Y bueno, hasta aquí he arrastrado los pilares, con esto los dejo descansar en paz en su tumba de recuerdos.

Hablando de tumbas, vi el otro día la peli de animación japonesa La tumba de las luciérnagas, si queréis ver una buena peli y no sois reacios a echaros unos buenos lloros, vedla, no os dejará indiferentes.

Salud!

viernes, 22 de octubre de 2010

Matando recuerdos

No hay mayor mordaza para la mente que intentar revivir un recuerdo.

Aún así mi estupidez triunfa sobre la sensatez, y consciente o inconscientemente intento resucitar el pasado, como si hubiera almacenado tal cantidad de recuerdos que no necesitara o deseara nada mas y quisiera pasar el resto de mi vida viendo una y otra y otra vez la misma película por miedo a no poder encontrar una mejor.

Y así, un día de cada treinta y dos, intento recuperar aquel lugar que significó algo especial, rebusco en los rincones ese olor que me trasporté a una niñez que no recuerdo, anhelo aquellas palabras esculpidas en aire que me hicieron sonreír, o llorar, amar u odiar, no importa, y me amarro con fuerza a la sombra de una persona que ya no existe ni tal vez existió mas allá de mi propia mente, y entonces... entonces me pego una ostia por mirar sin ver demasiado tiempo y me doy cuenta de lo gilipollas que puedo llegar a ser, de que el cielo no es rojo, el mar atigrado ni mis ojos color betún.

La necesidad de acumular nuevos recuerdos para no convertirme en un simple amasijo de carne, hueso y vísceras andante lo hace irreparable; golpeo mi cabeza contra la pared hasta ver salpicaduras de sangre; el síntoma inequívoco del comienzo de un formateo cerebral.

He olvidado mi edad, no sé dónde estoy ni a dónde iba, ni recuerdo si me espera alguien en casa o si acaso existe una casa, y lo mejor de todo: me da igual.



Ni me vuelto loca ni maltrato mi cuerpo mas de lo necesario, pero si es verdad que mi memoria es altamente selectiva, quiero creer que es simplemente un problema de espacio, y que paulatinamente debo ir olvidando para poder procesar y acumular nueva información.
¿A qué viene todo esto? Quería hablar de las fiestas del Pilar que despedimos el domingo, y cada final de pilares me entra una morriña difícil de entender, al igual que cada vez que comienzan querría repetir el anterior (si es que lo disfruté en condiciones, claro), ¿Por qué? porque soy tonta del culo, no tiene vuelta de hoja.

Como esta entrada ya se me ha quedado larga, a la próxima queda pendiente contar un poquillo por encima lo que he visto y escuchado estos pilares, que para entonces harán una semana que murieron.

jueves, 14 de octubre de 2010

Una sombra

Llevaba tiempo queriendo comprender.

Había oído, leído y visto tanto que necesitaba vivirlo para terminar de entender. De esta manera, un día comenzó una búsqueda que llegó a convertirse en una obsesión tan inmensa que marcó cada uno de sus pasos, y llegó a erigirse como el único objetivo de su vida.

Pasó años buscando; esperando algo, tal vez una simple intuición, que le indicara que ese era el día señalado, hasta que una mañana como otra cualquiera tropezó con aquella droga que le haría perder la cabeza para siempre, y le ayudaría a dejar atrás todo miedo y debilidad humanos.

Le hizo fuerte, le dió poder, y le hizo sentir grande, demasiado grande tal vez.

Sobrevoló el universo hasta alcanzar una realidad paralela creada solo para él, en la que nadie ni nada pudiera hacerle daño jamás y en la que un simple pensamiento podía cambiar el rumbo de su vida hacía cualquier destino posible.

Por fin lo comprendía y podía ponerle nombre después de tantos años, y no habría nada ni nadie que pudiera cambiar aquello.

Pasó el tiempo, y desapareció la persona que un día fue; en su lugar sólo quedó una sombra.
A su alrededor no quedó nada mas que aquel veneno que le estaba matando lentamente. Se alejó de todo aquello que un día le importó, y dejó de escuchar, de ver y sentir.



Hace apenas un mes leí en un blog amigo una entrada llamada la mano de la paz. Me hizo ver lo fácil que es solucionar un problema, o dar un paso al frente para hacerlo si ambas personas están dispuestas a ello.

Tuve un amigo con el que compartí unos años maravillosos. No había nada que no pudiera confiarle, ni existían palabras que tuviéramos que callar el uno al otro, hasta que cumplió el sueño de su vida: tener novia.

Ella le cambió de pies a cabeza, y en lugar de complementarle consiguió aumentar cada uno de sus problemas y miedos. La recriminación, las malas interpretaciones, los reproches y un estado permanente de autodefensa, se convirtió en su pan de cada día. En poco tiempo consiguió que dejara de hablar a su mejor amigo. Quince años de amistad destrozados por un problema absurdo. Uno tras otro fue desapareciendo su pasado.

Pasaron los años, y llegó el punto en el que tenía que mirar cada paso que daba y cada palabra que pronunciaba para evitar que se sintiera atacado. Lo temía pero no lo esperaba, y un día explotó. No soportó la traición de que aquellos amigos comunes y ahora lejanos siguieran en la vida de los tres únicos amigos que le quedaban. Nos dijo que no merecíamos la pena, me dijo que no era el tipo de amiga que buscaba ni quería. A su parecer necesitabamos reflexionar, y hasta que lo hicieramos, no iba a ser posible hablar con él.

Quise creer que no era él quien hablaba, y supe pasar por alto los emails enviados con el único propósito de hacerme daño, las llamadas rechazadas y las negativas a dejarme comprender el por qué de todo aquello.

Llegué a la conclusión de que sólo el tiempo podía curar aquella herida que le había provocado sin ser consciente de ello. Y dejé que el tiempo pasara hasta tener ocasión de verlo de nuevo frente a frente, donde las palabras y las miradas no engañan.

La casualidad quiso que justo el día que se cumplía un año de todo lo sucedido nos volvieramos a encontrar en un concierto. Dejé atrás todo mi orgullo y me acerqué a él. Un simple saludo y un qué tal estás fue lo único que pude hacer pues el me apartó de un empujón y me repitió aquello mismo que pronunció un año atrás: vete, no quiero hablar contigo. Volví a intentar acercarme y la escena se repitió ante la mirada triste de otro de sus antiguos amigos que me agarro del brazo y me dijo, vámonos.

Todo esto para decir que hoy me siento derrotada, decepcionada, pero libre al fin. A pesar de que soy consciente de que la sed de venganza es uno de mis peores defectos, no siento ganas de hacerle daño; no siento rencor, ni dolor. Creo que ha conseguido que sienta lo peor que puede sentirse por una persona. No es el odio, es la indiferencia absoluta.

Si un día vuelve, lo haré yo también.

viernes, 8 de octubre de 2010

Selva de Irati

Tres noches. Cuatro días por delante.
El lugar elegido como residencia para este corto viaje fue un pequeño pueblo de 800 habitantes del pirineo Navarro y cercano a la frontera con Francia, llamado Etxalar.

La casa en cuestión llevaba el nombre de Añorbe, y se trataba de una casa situada en mitad de la nada, desde donde lo único que podía escucharse eran los cencerros de las ovejas y caballos de los alrededores y el sonido de los pájaros. Un lugar perfecto para olvidarse de la estresante vida rutinaria de una gran (o mediana) ciudad por un breve espacio de tiempo. El camino para llegar a la propia casa desde el pueblo era una auténtica maravilla, que discurría a lo largo de un rio y se encontraba rodeado de una vegetación apreciable como un paraiso cercano para aquellos que echamos en falta día tras día un lugar en el que respirar.



Un dormitorio doble, un salón con chimenea, un balcón con vistas a las montañas y al cielo estrellado cuando aun el resto del mundo está en pie y una tele que se utilizaría mas bien poco que mucho y serviría como simple adorno.

El primer día fue bastante tranquilo. Tras algo de esfuerzo conseguimos llegar al alojamiento, pagar al dueño y olvidarnos de responsabilidades y relojes durante tres días. Tras esto nos fuimos a comer al asador del pueblo. Llegamos un pelín tarde para comer y a pesar de que podrían haberse negado a atendernos lo hicieron con una sonrisa. El menú era auténticamente norteño: una ensalada para al menos tres personas para mi, y una cazuela de judías rojas para mi acompañante como primer plato, y una bandeja de filetes de ternera a la brasa con patatas de segundo para los dos. Cuando ibamos por el segundo plato el dueño se acercó para preguntarnos si nos estábamos quedando con hambre, que eso no podía permitirlo. Ni siquiera fuimos capaz de pedirnos postre después de aquella comilona como para repetir ningún plato, pero dejamos hueco para el chupito de pacharán al que nos invitaron.

Después de comer fuimos a hacernos con provisiones a un pueblo cercano, y el día terminó con un pequeño paseo por los alrededores del alojamiento y una larga y relajada noche. Nada mas; nada menos.

La zona en la que nos alojábamos estaba llena de castaños, creo que volvimos con cerca de tres kilos de castañas

El segundo día madrugamos mas de lo que hubieramos deseado, pues un error de cálculo nos hizo contratar un alojamiento algo alejado de la zona que nos interesaba. Así pues a las diez partíamos hacía Ochagavía para acceder a uno de los puntos de inicio de las rutas la selva de Irati en el que había una caseta de información y aparcamiento (a un precio de mantenimiento de 3€ por si a alguien puede interesarle).
El total de kilómetros de extensión de las rutas recorridas no superaba tal vez los 12 kilómetros, pero los hicimos tranquilamente durante cinco largas horas. Me parecía imposible no pararme a disfrutar del entorno e intentar retenerlo en mi memoria por siempre. Las rutas hechas son las siguientes:

Camino viejo a Koixta (SL-NA 69): Una ruta de 5,5 km y un desnivel de 300 m con un trazado medianamente abrupto que discurre en su mayoría por un precioso hayedo, apto para cualquier persona con las suficientes ganas de disfrutar de la naturaleza y a la cual no se le ocurra llevar tacones o algo así (¡se ve de todo!).

Una foto del hayedo por el que transcurre la excursión
Setas, muchísimas setas por el camino. Según nos dijo el guarda la ley permite coger diez unidades por persona y día. No quería morir aquel día, así que dejamos las setas en su sitio.
La ruta termina en una pista forestal junto al rio Urtxuria . Tuvimos la mala suerte de que están deforestando la zona y parte del final del camino trascurrió entre máquinas y obreros, y por una pista bastante destrozada. A pesar de ello, la recomiendo.
A pesar de que el paisaje era bastante desolador en ese punto, decidimos hacer una parada en el lugar y comer junto a un rio dando la espalda al trecho de tierra arrasado por las máquinas.

Tomada en el lugar de descanso junto al rio Urtxuria
En este punto teníamos dos opciones: desandar lo andado, o tomar una nueva ruta que acabaría en el punto de inicio. Una auténtica tontería desandar los pasos, así que seguimos haciendo camino.

Camino viejo a Casas de Irati ( SL-NA 60A): Esta otra ruta es similar a la anterior. Consta de 5,4 km de longitud y un desnivel de 200 m. Parte de la ruta discurría por la pista forestal y dejado atrás ese tramo volvías a adentrarte en unos preciosos bosques de esbeltas hayas y pinos en su mayor parte.

Sí, mas setas. Me gustan las setas.
Mas o menos en mitad del camino nos desviamos unos 200 m para acceder al Mirador de Akerreria, una atalaya desde la que puede verse una bonita panorámica de la zona. Tras esto comenzaba un descenso que nos revaba hacía un camino de regreso al punto de partida.

Riachuelo que discurría por una pared rocosa.
La última parte del recorrido es común con la ruta del Paseo de los sentidos (SL-NA 61A), que no son mas que 2 km de paseo con practicamente ninguna dificultad y que puede hacerse desde el propio punto de inicio si se quiere.
Zona del paseo de los sentidos

Terminadas las rutas comenzó la vuelta a casa. Nos cruzamos con mas ovejas, vacas, caballos y mas gilipollas que conducen como auténticos camicazes. No sé si algún día seré capaz de superar mi miedo a la conducción viendo lo que se puede ver al salir de viaje.

Ovejas pastando en los prados que se internan en la zona de la selva de Irati
El tercer día en la zona volvimos a madrugar pero nos regalamos media horita mas de sueño. Nos despertamos bajo un cielo completamente oscuro, augurio seguro de lluvia, y mi estado no ayudaba, ya que me levanté peor que los días anteriores; el catarro que pensaba había conseguido olvidarme en Zaragoza reapareció en una maleta.

El destino de este tercer día era Orbaizeta para realizar la ruta del Bosque de Ursario (SL-NA 57B). Al parecer la ruta comenzaba desde el refugio de Azpegui, al que se accede desde la antigua fábrica de armas de Orbaizeta, pero estaba tan mal indicado que acabamos haciendo media ruta en coche por un camino habilitado para ello. De esta manera comprobamos que la ruta completa no merecía la pena y la iniciamos en una pradera situada en un punto intermedio. Todo era muy distinto a lo que habíamos podido ver el día anterior, pero desde luego tenía el mismo encanto.

Pradera desde la que se accede al Bosque de Ursario
Hicimos trozo de ruta hasta que decidimos dar la vuelta porque las lluvias del día anterior habían hecho el camino algo intransitable y el catarro, los bajones de tensión y de azucar, y un rebrote de la alergia primaveral me dejaron como si de un zombie me tratara ¿que mas podía pedir? pero como hace mas el que quiere que el que puede decidí seguir adelante aunque fuera a un ritmo mas adaptado a mi pronta vejez temporal.

Bosque de Ursario
De aquí nos dirigimos a Aezkoa, donde nos encontramos de nuevo con un aparcamiento y una caseta de información. Si el día anterior el guarda forestal me pareció lo mas amable que puedes encontrarte, este día el responsable era un perroflauta pasota al que interrumpimos en la barbacoa con los colegas. Aun así en ese primer lugar no aparcamos el coche y nos dirigimos a un aparcamiento que se encontraba adentrado en el propio bosque.

Alrededores del embalse de Irabia
La ruta escogida en este caso fue el Camino de Plaza Beunza (SL-NA 52C). Una ruta sencillísima (hasta para mi estado) de 4,4 km y 90 m de desnivel, que discurre inicialmente bordeando el embalse de Irabia y a un tercio del recorrido aproximadamente se adentra de nuevo en un bosque de hayas. Si te lo preguntas, sí, en esta zona hay muchas hayas.

Hayedo junto al embalse de Irabia
De vuelta en el alojamiento la noche fue extraña. Mientras mi acompañante bebía pacharán, yo bebía manzanilla, lo que me llevó a tener que soportar un extensísimo monólogo a la luz de las velas y la chimenea.

La última mañana amaneció completamente despejada y con una temperatura envidiable. Murphy sabía de lo que hablaba.

Antes de partir encontré moras por el camino. Tranquilos, amantes de los animales, esta no me la comí, ya tenía dueño.

Recogimos todo y nos dispusimos a volver a casa haciendo una breve parada para comer y dar una vuelta por Pamplona. Pamplona... bien, Mas bonita que algunas ciudades y menos que otras, pero una ciudad al fin y al cabo. Ya había tenido la suerte de disfrutar un fin de semana en esta ciudad con la asociación de patinaje local, que prepararon para la ocasión una ruta demoledora de unos 20 km en la que la velocidad y la falta de oxígeno no me permitió grabar correctamente la información en mi cerebro. Así pues me llegaba justo para decir, "creo que esto me suena".

Llegábamos a Zaragoza al anochecer del viernes. Por suerte teniamos el fin de semana por delante para aceptar la idea de la vuelta a la realidad.

Del viaje solo decir que tengo que volver (que recuerdos de perdidos...). Esperaba encontrarme un ambiente mas otoñal del que me encontré, y me di cuenta de que si ahora es una maravilla en pleno otoño debe ser impresionante. Si hubieran vacaciones y pasta, volvería en un par de semanas, pero no está la cosa para estos asuntos.

lunes, 4 de octubre de 2010

A pique

He llegado al trabajo después de una semana fuera, preguntándome una y otra vez cómo había dejado que pasara el tiempo tan deprisa sin haberlo impedido, si realmente los días de vacaciones tienen el mismo número de horas, minutos y segundos, y llegando a la conclusión de que por muchos hechos que me presenten, ni lo creo ni lo creeré.

Año tras año he podido comprobar como los lunes van adornados de caras de sueño, aburrimiento y una desgana sin igual. A nadie le gusta sentir la rutina en su propia piel, pero si hay algo que empeora ese sentimiento, es el de un buen madrugón.
Esta mañana sin embargo, se respiraba algo distinto en el ambiente. La noticia de una lotería de Navidad anticipada llegó en forma de correo electrónico durante la semana pasada.

Realizan un ERE en mi empresa. Un total de 25 personas, algo mas de un tercio de los trabajadores, engrosará las listas del paro. La lista de "agraciados" ha sido realizada por unos jefes vascos que nadie conoce, y de la cual ya se han filtrado tres nombres que no han dejado indiferentes a nadie. Si hace un mes decíamos adiós al departamento de recursos humanos, ahora vamos a ver bajo mínimos el de administración, a despedirnos de la sección comercial y del único ( aunque intensamente incompetente) jefe que quedaba en la delegación de Zaragoza.

No he podido responder mas que con un "¡Que emocionante! tal vez pida un aumento de sueldo a ver si les parezco lo suficiente estúpida para que me incluyan en la lista".

Tras eso me han comentado que dos compañeros se cambian de empresa... "¡Fíjate!, si al final no tendrán que echar a nadie porque la gente se va a largar sin que se lo pidan", les he dicho. Y es que hay que ser positivo de vez en cuando y tomarse la realidad con un poco de humor, que desgracias mayores hay en la calle. Así pues lancé una profecía al aire diciendo que nuestra empresa no vería un nuevo año, y parece ser que por una vez sabía de lo que hablaba, o simplemente abrí los ojos donde el resto no quería hacerlo.

Cuando ves que el jefe que siempre conociste se larga y nombra a un patán como sucesor, es de intuir que el asunto no pinta bien. Yo creo que el anterior jefe quería la quiebra de la empresa, si no, no comprendo por qué hizo lo que hizo. Porque una persona que se "olvida" de hacer los papeles necesarios para prorrogar proyecto con la diputación cuando es prácticamente su único trabajo, o al que se le envían cientos de correos con confirmación de lectura de los que no obtienes respuesta, y que recuerdas al tiempo por un correo que dice "Mensaje eliminado sin leer" no es apta ni para hacer sudokus.

Cuando la coordinadora que se supone que tiene que sacar trabajo para su equipo, apenas sabe tu nombre y tiene las santas narices de pasar el día conectada al facebook en el propio edificio de la caja, y te planteas añadirla como "amiga" para recordarle en su muro que tienes una reunión con ella o que esperas que te conteste un correo importante, ya comienzas a preguntarte cómo hay tanto inútil copando puestos importantes en las empresas.

Cuando dudas si trabajas en una consultoría o en una ong porque la empresa no es rentable y mantienen gente durante años jugando al counter y viendo series en la oficina mientras otros sostenemos la empresa, es cuando empiezas a plantearte cuánto mas puede durar esta situación.

Cuando poco a poco perdemos clientes y nos cierran proyectos, la gente aparta la vista y se empeña en negar la evidencia. ¡Y lo mejor de todo es que por fin llega el día que tenía que llegar y aun hay gente que se sorprende! Y corriendo alarmados buscando ofertas de trabajo, y cursos y se llevan las manos a la cabeza pensando qué será de ellos.

Mientras escribo esto, llega un nuevo correo de la empresa. Nos comunican que debido a los problemas de facturación no saben cuando vamos a cobrar... esto ya me toca; a mi y a los seis míseros euros que tengo en la cuenta, pero como no quiero amargarme el día he decidido imprimir un nuevo documento de solicitud de vacaciones para regalarme el puente del primer fin de semana de las fiestas del Pilar, que oye... las penas ahogadas en alcohol son menos penas. Ya encontraremos manera de financiar la fiesta, si tengo que invertir parte de los ahorros, así sea.


Hace un par de meses mi jefe de proyecto pronunció la siguiente frase: "La caja nos va a regalar un viaje de turismo sexual. Nos va a mandar a tomar por culo a todos".


Suele llevar razón; pero no creo que lleguemos a ellos, la empresa conseguirá irse a pique ella solita, sin ayuda de nadie.


Decir que en lugar de lo escrito quería escribir un poco sobre los conciertos de la semana de Pilares, pero bueno.... que no tengo ganas, así que os dejo aquí un enlace por si alguien piensa hacer una escapada a la agobiante Zaragoza en fiestas: http://www.redaragon.com/ocio/fiestas/Pilar/conciertos_fiestas_del_pilar.asp

Destacar entre ellos los conciertazos de este viernes: Camela y Paco de Lucía, dificil decidirse por uno de los dos, ¿verdad? Para ir haciendome a la semana que me espera, este jueves ire al concierto de The Brew, si es que consigo acompañante, si no tal vez, vaya sola.